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Volar es humano; aterrizar argentino

  • Foto del escritor: Redacción
    Redacción
  • 8 jun
  • 4 Min. de lectura

-el celular, apágalo, parecen chicos con eso- Enrique Piñeyro está sobre el escenario del Teatro del Bicentenario de San Juan y presenta la temporada 12 de “Volar es Humano, Aterrizar es Divino”.

Está resfriado, tiene 40 grados de fiebre, aun así comanda el Boeing 737-200: Sin siquiera una tosecita abre vuelo sobre la recreación a escala real de la cabina, dialoga con su copiloto, atento a su sala de control, parece ser un instrumento más de toda esa maquinaria precisa y exacta; sus manos van allí, su mirada allá y sus movimientos y voz son lentos y serenos. Va a ser un vuelo exquisito, agradable y elegante, hasta que el sistema mete la cola; un “tail strike" que nos pone frente al espejo del despegue o aterrizaje de nosotros mismos como sociedad, república, país, mundo o seres humanos. Hay otras cosas dando vueltas por ahí más que el miedo a volar o subirse a un avión y tienen que ver con las causas, sobre información desmedida y los daños estructurales que en algunos casos, puede generar riesgos, no solo para la seguridad de algún vuelo sino lo que es peor para nuestra propia vida cotidiana.


-El celular, ese francotirador, por favor- El espectador se ubica frente a una pantalla de proporciones generosas en el TB, todo el telón, una interface de aviación, moderna, sofisticada y animada de telemetría acorde a los tiempos. Baja Enrique y el público aplaude, lo quiere, lo considera, lo respeta y está dispuesto a volar con Piñeyro; hace unos días dijo en alguna entrevista que es un “rockstar frustrado” y también un “capitalista disruptivo”. ¿El público lo sabe? Sabe que este hombre realiza ayudas comunitarias por el mundo con su avión privada; que Gaza que Ucrania. ¿Sabe el público que este hombre denunció qué iba a suceder aquello y sucedió lo de LAPA? Si, lo sabe, lo que no sabe es que va a hacer pública la secreta cifra 2111-4010 guarismos exactos de proporciones y receta para preparar y cocinar el mítico Chipá Relleno; también la receta Huevo Frito separando las claras y usándolas de amplia base para que las yemas vayan dónde usted prefiera. También en “el tarjetón” Piñeyro insiste con un Código QR de acceso a otras experiencias como el Bye Bye Life o El Rati Horror Show y más sobre el Chipá y más sobre los Huevos: Que es Enrique Piñeyro un punk que grita elegantemente gracias a su capacidad y versatilidad para la ponencia sobre los vuelos y miedos y metáforas y cocina y lograr juntar todas esas partes y formar un todo las dos horas de su show. También es un incansable músico de jazz cuando habla y se expresa sobre el escenario en todas sus vertientes del Stand Up, particularmente el swing, le queda muy bien a su alocución. Parece Frank Sinatra caminado por el escenario pero denunciando como Eminem. Lo ha logrado; es un rockstar.

-Cuando ingresen a la sala pongan en celular en mudo o apáguenlo por favor- Se desploma del techo del Bicentenario en caída libre una persona (muñeco) que cae brusca y trágicamente con una caja encima, tendido en el suelo, entran dos paramédicos, bajan la camilla y se llevan la caja. Surrealismo Piñeyreano o Inconciente Terrícola, la escena toma otra dimensión, y la obra se divide en lo que pasa y lo que va a pasar, o lo que nos está pasando pasivos frente a la información que recibimos día a día en todos los idiomas, titulares, redes, formas, diarios de derecha, de izquierda o centro, objetivos y subjetivos; bajo el único denominador común: El Miedo. Que dice Enrique Piñeyro que la diferencia entre MEDIO Y MIEDO está en mover una letra. Ocurrente. Y es que esta gran industria del entretenimiento nos está corriendo de nuestros lugares y llevándonos a otros que tienen más que ver con las distracciones que con las cosas que pasan en realidad. “Volar es Humano, Aterrizar es Divino” muestra en algunos pasaje un mundo informativo, publicitario y creativo que se parece más a la Fake News. ¿Vivimos en una gran Fake News? La respuesta la podemos encontrar en los recortes que se proyectan en el escenario y Piñeyro analiza sobre los miedos, el ridículo, la desconfianza, la incomunicación y la tragedia de nuestros representantes gubernamentales y el desencanto y aceptación de nosotros mismos frente a todo esto: Que es un mínimo al miedo a volar o subirse a un avión. Y hay más, y tiene que ver con la industria del cine, y la paranoia implícita, tristemente célebre, de que todos los vuelos van a terminar en “Viven” o lo que es fantástico en el más amplio sentido de la palabra, la caída del avión al mar y el ¡¡¡ataque de tiburones!!!

-Señor por favor puede apagar el celular- Dos veces el protagonista desde el escenario, dos veces la acomodadora de los asientos y tres veces la recepcionista del teatro pidiendo “que por favor silencien los móviles o apaguen sus celulares porque no está permitido” se entiende el pedido como muestra de respeto hacia el artista y la audiencia. Las llamadas, notificaciones y la luz de la pantalla pueden interrumpir la concentración del artista y la magia del espectáculo, perturbando la experiencia teatral. Se ironizó mucho durante el espectáculo de los modos y las formas sobre las señaléticas en los aeropuertos ante emergencias o tragedia; si el leit motive fue el “Push the button” que la organización la próxima se anime al “Celulares Modo Avión” en una de esa funciona el pedido; a propósito del Stand Up.

Que Enrique Piñeyro y su “Volar es Humano, Aterrizar es Divino” es un show completo, abierto y agradable, con más de 40 personas detrás de escena, y un guión que mantiene al espectador atento y reflexivo, divertido y pensante, da la sensación que terminado el espectáculo, la gente no quieren sacarse una foto con Piñeyro, sino tomarse un café con Enrique y conversar largo y tendido de sobremesa. Así como este hombre y su equipo fueron capaces de poner un avión en un teatro, seremos capaces los argentinos de despegar sin miedos, con todas estas experiencias puestas en escena, o volar es humano y aterrizar solo argentino.

 
 
 

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